Por Abu Duyanah Hace apenas unos días, el pasado martes 24, el régimen de los Castro celebró en La Habana un encuentro con representantes ...
Por Abu Duyanah
Hace apenas unos días, el pasado
martes 24, el régimen de los Castro celebró en La Habana un encuentro con representantes
de organizaciones creadas por el propio régimen para controlar a los grupos religiosos
que hay en el país, y como no podía ser de otra manera, los representantes de
la Liga Islámica de Cuba asistieron a la reunión.
El encuentro, realizado en el
Palacio de la Revolución, fue encabezado por Miguel Díaz-Canel, quien es además
de ser el presidente designado por Raúl Castro para administrar el país, es el
Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
De manera oficial la reunión
tenía como objetivo, pensar en "cómo seguir haciendo la Cuba en la cual
quepan todos sus hijos en unidad, respeto mutuo, y en apego a lo más
enaltecedor de la vida", según palabra de Díaz-Canel, aunque la realidad detrás
del encuentro no fue otra que reafirmar la lealtad de estas organizaciones en
medio del descontento popular que reina en el país, consecuencia de la falta de
libertades fundamentales con que viven los cubanos, la profunda crisis económica
que azota al país desde hace tres años, y el terrible manejo de la crisis
epidemiológica de la COVID-19.
Como representante de la
Liga Islámica de Cuba asistió al encuentro Pedro Pablo Linares, de nombre
islámico Idris y presidente de dicha organización, quien fue acompañado de su
esposa, la cual también ocupa un cargo administrativo dentro de esta
institución, honrando la tradición de este grupo, que desde su creación por
parte del régimen, ha estado en poder de esa familia, sin dar cabida a que
otros miembros de la comunidad ocupen cargo importantes, y sin velar realmente
por los intereses de los musulmanes en el país.
El régimen de los Castro se
vale de la fuerza para mantenerse en el poder, y esto es algo que los miembros
de la Liga Islámica de Cuba, como todos los cubanos, conocen bien, y solo por
esto Pedro Pablo Linares y su esposa pudieron haber declinado la invitación a
participar en el encuentro, más aun porque el régimen reprime a la comunidad islámica
y no le reconoce sus derechos fundamentales.
Ante esto hay que recordad
que los musulmanes cubanos no tienen libertad de reunión y asociación, ni para
construir lugares de culto y reunión: no cuentan con escuelas para sus hijos, o
al menos para enseñar los fundamentos de la creencia y el modo de vida, solo
porque el régimen no lo permite.
Asimismo los musulmanes
cubanos no tienen cementerios para darles sepultura a sus difuntos según los preceptos
islámicos, ni pueden cumplir con total libertad todos los ritos funerarios.
De igual manera los musulmanes
cubanos tampoco tienen las garantías legales para realizar ningún tipo de emprendimiento
económico, lo que sin lugar a dudas afecta directamente el crecimiento y desarrollo
de la comunidad.
Con este precedente, en
lugar de expresar su apoyo a la dictadura, como se puede apreciar en las imágenes
difundidas por los medios de propaganda del régimen, Pedro Pablo Linares pudo
haber abogado por el respeto y la convivencia en igualdad de condiciones de
todos los cubanos, puedo haber aconsejado el bien a las autoridades, o al
menos, puedo haber hecho silencio, y no dejar evidencia como hizo, de su posicionamiento
y el de la Liga Islámica de Cuba a favor de la dictadura y la manera en que ésta
maneja el país.
Los representantes de la
Liga Islámica Cuba pudieron haber optado por aferrarse a su creen y poner el
bienestar de la comunidad musulmana por encima de todo, pero como es su
costumbre, prefirieron mantenerse plegados a los intereses de la dictadura que
los favorece y que los puso al frente de esa organización, que a todas luces no
es otra cosa, que un negocio de familia.